domingo, 4 de octubre de 2009

Lanzarote, otra isla

Como sardinillas en lata por Timanfaya, los turistas nos desplazamos en super-autobuses por el sendero asfaltado del Parque Nacional. Un recorrido de media hora en el que la bajada sólo está permitida en el restaurante y tienda de Souvenir, que se aprecian un poco en la imagen (se amplia).






Después, te muestran el show del fuego, el vapor de agua y la exclusiva parrilla "ecológica"....


En otra "obligada visita" a los Jameos del Agua, puedes contemplar desde un lujoso restaurante, un pequeño endemismo, el Cangrejo ciego (Munidopsis polymorpha), rodeado de moneditas, piscinitas, lucecitas y otras moviditas que no se yo si le vendrán muy bien a la larga.








Y unas preciosas vistas de El Río se reservan desde un Mirador privado, integrado en el acantilado por supuesto, al cual acuden ríos de gente. Al fondo se observa el islote de La Graciosa, una reserva natural, también muy turística y con problemillas de gestión.









Así, de atracción en atracción como si del juego de la Oca se tratara, (aunque quizá sea más correcto del Monopoly por lo que hay que pagar en estos sitios) puedes pasar por esta isla diseñada por un tipo y gestionada por otros más habilidosos. Incluso demasiado, como se conoció el otro día que arrestaron al ex-alcalde de Teguise... responsable de urbanismo, cómo no.

Todo este negocio se alimenta por unas ofertas tremendas de los vuelos desde las principales ciudades españolas, y también alemanas, francesas e inglesas.

Aunque no todo es tan turístico. En la zona del Barranco del Tenegüime, un espacio natural declarado como Paisaje Protegido no había nadie cuando fuimos a verlo, y afortunadamente tampoco tuvimos que pagar por entrar. En la imagen de la izquierda el Romero marino (Campylanthus salsoloides) endemismo Canario.







Además de ser casi la única zona donde se había conservado relativamente bien la vegetación, es una curiosa zona interior donde entran a anidar las Pardelas (que por lo visto lamentablemente expolian los desaprensivos del pueblo). Pero claro, qué mejor que coronar este barranco que con una serie de molinos de viento que algún lumbreras creyó que no provocarían ningún impacto.....

Primero hacemos las cosas y luego nos paramos a pensar. Se alimenta el consumo de ponerlo facil y preferimos pagar y que lo pinten bonito para prestar atención. Seguimos necesitando que nos cuenten un cuento, que nos laven el cerebro.

Y que conste que, después de todo, Lanzarote me ha gustado mucho.