viernes, 15 de noviembre de 2013

Revisando la caja nido

Si yo fuera un pájaro y tuviera que construir un nido donde incubar y criar a los pollos me gustaría que fuera confortable (teniendo en cuenta lo que puede considerar por confort un pájaro): mullido, lo más aislado del exterior posible, bien camuflado… Todo eso lleva mucho esfuerzo, que deja de invertirse en otras cosas, como buscar comida o conseguir pareja, y tampoco conviene que sea muy llamativo para no atraer depredadores. Así, valdrá algo mínimamente confortable, sin grandes excesos. Eso es lo habitual.


Foto 1. De lo dicho hay que excluir a las aves cuya selección de pareja tiene lugar en base al nido que construyen (las hembras seleccionan a los machos con mejores nidos), como en los tejedores (Ploceus, Euplectes, Quelea, etc) o los pájaros moscones (Remiz pendulinus). Son excesos alentados por selección sexual. Para los moscones, los estudios clásicos indicaban que el tamaño del nido determina la selección por la hembra, pero estudios modernos señalan que el tamaño del antifaz del macho puede influir más en esa decisión. La cosa no está tan clara y, además, el criterio de la hembra varía a lo largo de la estación reproductora.


Esto viene a cuento porque, desde hace unos años, crían en mi jardín los gorriones molineros (Passer montanus) en una caja nido. Este otoño la he bajado para limpiarla, para evitar exceso de parásitos que puedan perjudicarlos a la larga. Al abrirla, para mi sorpresa, me he encontrado que habían tapizado completamente el interior. Esperaba un nido modesto y me he encontrado una compleja estructura que seguro les ha llevado mucho tiempo construir.



Foto 2. Los molineros han usado ramas finas, pajas, hojas, plumas, flores (de color violeta), lana y hebras de todo tipo para tapizar por completo el interior de la caja nido.


Fuera de nidales artificiales, los nidos de los molineros suelen tener forma de taza, generalmente abierta, aunque a veces los techan y dejan un agujero pequeño para entrar y salir. Dentro de cajas nido, el aislamiento y el camuflaje están garantizados, y sin embargo parece que construyen nidos incluso mayores. ¿Cuestión de confort?


Foto 3. Los pollos asoman por el agujero de la caja nido. La foto está hecha a mediodía a principio de agosto, con más de 30 grados. Los pobres pasaron calor, pero al final pudieron abandonar el nido con normalidad.


Quizá la respuesta esté en su estrategia reproductora. Son aves bastante sociales, monógamas, que construyen el nido conjuntamente. Lo hacen en unos 5 días, aunque no se cansan de aportar nuevo material posteriormente. Además, realizan un cortejo otoñal -similar al de primavera-, que no les lleva a reproducirse, pero en el que aportan material al nido. Este cortejo sirve para formar nuevas parejas, para incitar la dispersión de los jóvenes y para reforzar vínculos en parejas establecidas. Es decir, se ocupan del nido tanto en primavera como en otoño, varios años consecutivos.



Foto 4. Los nidos complejos tienen su mantenimiento. Los molineros, como otras aves, aportan plantas aromáticas que repelen insectos y ácaros, como el hinojo (Foeniculum vulgare).


Los molineros son trogloditas (crían en huecos naturales). Entre abril y agosto realizan dos o tres puestas, a veces incluso cuatro. Ponen de cuatro a seis huevos, incubados por los dos padres, que también ceban a los pollos. Éstos permanecen en el nido unas dos semanas y cuando lo abandonan siguen siendo cebados un tiempo. En invierno forman grupos, a menudo con otras especies de gorriones y con pardillos (Carduelis cannabina), verdecillos (Serinus serinus) y jilgueros (Carduelis carduelis). Recorren entonces los campos abiertos buscando semillas de plantas ruderales y arvenses, y en primavera retornan a sus nidos.



Foto 5. Este es uno de los padres de este año. A ver que hacen cuando se encuentren la caja nido limpia el año que viene.


Ricardo
Otoño de 2013