martes, 13 de agosto de 2013

Dedicado a las abejas

Sí:
que la cera levante
estatuas verdes,
la miel derrame
lenguas infinitas,
y el océano sea
una colmena,
la tierra
torre y túnica
de flores,
y el mundo
una cascada,
cabellera,
crecimiento incesante
de panales!

Estos versos son una parte de la Oda a la abeja de Pablo Neruda. Hablaba el poeta de “crecimiento incesante de panales”, pero la realidad nos dice que los panales están muertos en pocos años por culpa de la gran cantidad de problemas que tienen las pobres abejas. Aparte de sus enfermedades (bacterias, virus, hongos, ácaros…), existen cada vez más pruebas de que lo que verdaderamente está diezmando a estos himenópteros coloniales son los insecticidas y pesticidas que se aplican a los cultivos. El cóctel de productos químicos elimina las plagas, pero también los polinizadores.

 Apis mellifera. Uno de los insectos más abundantes, se encuentra hoy diezmado por los pesticidas. Hay que aplaudir que la Unión Europea haya tomado la iniciativa para la prohibición de varios de estos productos (nicotinoides), como el fipronil, que aplicado a semillas de maíz presenta toxicidad aguda sobre las abejas. Por cierto, España no ha apoyado estas prohibiciones, alegando que se necesitan más pruebas a pesar de los informes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.


Por si fuera poco, los cultivos transgénicos complican más la situación, ya que requieren de mucha más cantidad de pesticidas. Así, las multinacionales del sector se aseguran un negocio redondo, y el patrimonio de todos –la naturaleza- se sacrifica a las ganancias de unos pocos. Y lo más increíble de todo ¿Hay menos abejas? No hay problema: creamos abejas robot (las robobees, diseñadas por la Universidad de Harvard, son ya una realidad).

La realidad supera a la ficción. Fuente: http://robobees.seas.harvard.edu/
Para saber que famosa multinacional de los transgénicos está detrás de las abejas robot se puede mirar el siguiente link


Mientras, las abejas melíferas desaparecen del campo. Actualmente es una especie más parecida al ganado que a los animales silvestres. De hecho, la apicultura está regulada en España por las mismas normas que el ganado doméstico. Pero tanto las colmenas domésticas como la fracción silvestre de la especie desaparecen del medio natural a pasos agigantados. Las colonias silvestres son ya una rareza y, encima, algunos apicultores las recogen para reforzar sus panales cuando las encuentran.

El papel de las abejas en los ecosistemas es imprescindible, como polinizadores (se ha estimado que polinizan 2/3 partes de las plantas) y como fuente de proteínas para innumerables depredadores, tanto invertebrados como vertebrados. Salvando las distancias, podrían ser algo parecido al conejo en el mundo vertebrado.

 En la foto, depredación natural por parte de Dysmachus cf trigonus, díptero de la Familia Asilidae. La abeja iba cargada de polen cuando fue sorprendida por el depredador, que inyecta enzimas neurotóxicas y proteolíticas a su presa para prepararla para la digestión. Un auténtico bicharraco.


Llegamos ahora al capítulo de los daños colaterales. Ante la disminución de su recurso, la reacción de muchos apicultores es cargar, cada vez con más fuerza, contra los depredadores más conspicuos de las abejas: los abejarucos (Merops apiaster). Son un cabeza de turco perfecto, especialmente ahora que parece que sus poblaciones se han extendido.

La imagen resume la relación entre abejarucos y abejas.


Por supuesto, es innegable que los abejarucos se cobran su parte, como han hecho siempre. Los estudios realizados indican que en España la dieta del abejaruco se compone, de media, entre un 50-70% de abejas. Pero también parece que, según avanza la estación de cría, los abejarucos van seleccionando otras presas mayores para alimentar a sus pollos, como libélulas o escarabajos, en detrimento de las abejas, optimizando así sus continuos esfuerzos de ceba. Pero ¿realmente han aumentado las poblaciones de abejarucos en España en los últimos años?

Tendencias de las poblaciones de abejaruco en España entre 1998-2011, elaborado por SEO/BirdLife en el marco del Programa de Seguimiento de las Aves Reproductoras (SACRE) para el MAGRAMA. Fuente: Inventario Español de Especies Terrestres, MAGRAMA 


Lo cierto es que la gráfica anterior no deja clara la tendencia de las poblaciones de abejaruco. Se observan marcadas oscilaciones, quizá debido a que las poblaciones han fluctuado o tal vez debido a que la metodología empleada (transectos en cuadrículas de 10x10 km) no es adecuada para esta especie, que requeriría censos específicos de sus colonias de cría. Pero de lo que no cabe ninguna duda es de que han aumentado las explotaciones apícolas en paralelo a la intensificación agraria y al uso de fitosanitarios. Algunos apicultores han comenzado a tomarse la justicia por su mano. Así, la caza ilegal de abejarucos, -incluso su envenenamiento- parecen ser prácticas cada vez más frecuentes. Esto perjudica a todo el colectivo, que ha solicitado que la especie sea desprotegida para poder proceder a su control. 

Pero no hay que perder de vista que el problema de fondo sigue siendo la rarefacción de las abejas, con importantes implicaciones ecológicas y, por supuesto, económicas. Hace unos meses vi un documental en el que agricultores chinos polinizaban a mano –con un pincel, flor a flor-, hectáreas y hectáreas de árboles frutales, subidos en escaleras que llevaban de árbol en árbol. Las abejas lo habrían hecho gustosas, pero habían desaparecido de sus campos. No me gustaría asistir a este triste espectáculo en España, ni al de ejércitos de abejas robot polinizando tristes cultivos. Asegurar un futuro con zumbidos de abeja es la única opción a contemplar.

Ricardo
Verano de 2013