Si yo fuera un pájaro y tuviera
que construir un nido donde incubar y criar a los pollos me gustaría que fuera confortable
(teniendo en cuenta lo que puede considerar por confort un pájaro): mullido, lo
más aislado del exterior posible, bien camuflado… Todo eso lleva mucho
esfuerzo, que deja de invertirse en otras cosas, como buscar comida o
conseguir pareja, y tampoco conviene que sea muy llamativo para no atraer
depredadores. Así, valdrá algo mínimamente confortable, sin grandes excesos. Eso
es lo habitual.
Foto 1. De lo dicho hay que excluir a las aves cuya selección de pareja tiene lugar
en base al nido que construyen (las hembras seleccionan a los machos con mejores
nidos), como en los tejedores (Ploceus,
Euplectes, Quelea, etc) o los pájaros moscones (Remiz pendulinus). Son excesos alentados por selección sexual. Para
los moscones, los estudios clásicos indicaban que el tamaño del nido determina la
selección por la hembra, pero estudios modernos señalan que el tamaño del
antifaz del macho puede influir más en esa decisión. La cosa no está tan clara
y, además, el criterio de la hembra varía a lo largo de la estación
reproductora.
Esto viene a cuento porque, desde
hace unos años, crían en mi jardín los gorriones molineros (Passer montanus) en una caja nido. Este
otoño la he bajado para limpiarla, para evitar exceso de parásitos que puedan
perjudicarlos a la larga. Al abrirla, para mi sorpresa, me he encontrado que
habían tapizado completamente el interior. Esperaba un nido modesto y me he
encontrado una compleja estructura que seguro les ha llevado mucho tiempo
construir.
Foto
2. Los molineros han usado ramas finas, pajas, hojas, plumas, flores (de color
violeta), lana y hebras de todo tipo para tapizar por completo el interior de
la caja nido.
Fuera de nidales artificiales,
los nidos de los molineros suelen tener forma de taza, generalmente abierta,
aunque a veces los techan y dejan un agujero pequeño para entrar y salir.
Dentro de cajas nido, el aislamiento y el camuflaje están garantizados, y sin
embargo parece que construyen nidos incluso mayores. ¿Cuestión de confort?
Foto
3. Los pollos asoman por el agujero de la caja nido. La foto está
hecha a mediodía a principio de agosto, con más de 30 grados. Los pobres pasaron
calor, pero al final pudieron abandonar el nido con normalidad.
Quizá la respuesta esté en su
estrategia reproductora. Son aves bastante sociales, monógamas, que construyen
el nido conjuntamente. Lo hacen en unos 5 días, aunque no se cansan de aportar
nuevo material posteriormente. Además, realizan un cortejo otoñal -similar al de
primavera-, que no les lleva a reproducirse, pero en el que aportan material al
nido. Este cortejo sirve para formar nuevas parejas, para incitar la dispersión
de los jóvenes y para reforzar vínculos en parejas establecidas. Es decir, se
ocupan del nido tanto en primavera como en otoño, varios años consecutivos.
Foto
4. Los nidos complejos tienen su mantenimiento. Los molineros, como otras aves, aportan plantas aromáticas que repelen
insectos y ácaros, como el hinojo (Foeniculum vulgare).
Los molineros son trogloditas (crían
en huecos naturales). Entre abril y agosto realizan dos o tres puestas, a veces
incluso cuatro. Ponen de cuatro a seis huevos, incubados por los dos padres,
que también ceban a los pollos. Éstos permanecen en el nido unas dos semanas y cuando
lo abandonan siguen siendo cebados un tiempo. En invierno forman grupos, a
menudo con otras especies de gorriones y con pardillos (Carduelis cannabina), verdecillos (Serinus serinus) y jilgueros (Carduelis
carduelis). Recorren entonces los campos abiertos buscando semillas de
plantas ruderales y arvenses, y en primavera retornan a sus nidos.
Foto
5. Este es uno de los padres de este año. A ver
que hacen cuando se encuentren la caja nido limpia el año que viene.
Ricardo
Otoño de 2013
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