Normalmente, los animales
voladores -aves, murciélagos, insectos- vuelan sólo lo estrictamente necesario.
Imagino que con los pterosaurios, hace más de 65 millones de años, pasaba igual.
Y es que volar es muy costoso energéticamente y hay muchas cosas cotidianas que
obligan constantemente a volver a tierra, como descansar, cazar, comer o beber
agua. Pero los vencejos se han librado de esos lastres. Comen, beben y descansan
en el aire, lo que requiere adaptaciones que entran en conflicto con otros
modos de vida. Además, han sabido hacer frente a la “Sexta Extinción”, quizá gracias
a que explotan una parte de la biosfera en la que nosotros raramente ponemos
las zarpas.
La dependencia no es exclusiva
del aire. Crían en tierra y su alimento, el aeroplancton –artrópodos
arrastrados por el viento- depende de la vegetación. Vencejo común (Apus apus) en El Puente del Congosto,
Salamanca.
Las adaptaciones morfológicas
incluyen alas largas y puntiagudas, que maximizan sustentación y
maniobrabilidad, además de gran desarrollo de la musculatura pectoral y
disminución de todo lo demás, especialmente patas y pico. La boca es muy ancha
para optimizar la captura de insectos en el aire. Vencejo pálido (Apus pallidus) en El Puerto de Santa
María, Cádiz, donde es muy abundante.
Los vencejos recorren medio mundo
cada año para criar en las regiones templadas e invernar en las tropicales.
Vencejo real (Apus melba) en
Monfragüe (Cáceres).
En otros grupos de aves han evolucionado
“aprendices” de vencejos, como los hirundínidos (golondrinas y aviones) dentro
de los Passeriformes; los chotacabras (Caprimulgiformes), nocturnos y
competidores de los murciélagos por las polillas; y las canasteras (Glareolidae) dentro de los limícolas
–Orden Charadriiformes.
Todas las aves adaptadas a la
caza aérea tienen morfologías convergentes, llevadas a su máximo extremo por
los vencejos. Canastera (Glareola
pratincola) cerca de Doñana, Sevilla.
Pero aunque lo intentan, están
lejos de poder competir con los vencejos por el dominio del aire.
En las nubes.
Ricardo
Otoño de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario