Si tu aire para respirar dependiera del manejo que hicieran unos completos ignorantes, si vivieras en una estrecha franja de terreno cada vez más degradada y no pudieras ir a otra parte, si cada vez te encontraras más desplazado por otros más voraces que tu, es posible que no tardaras mucho en extinguirte.
Y esto es lo que parece que le ha ocurrido, o le va a ocurrir, a una especie, un pececillo endémico del río Jándula que se llama Bogardilla (Squalius palaciosi). Según el último estudio del Seguimiento de la Ictiofauna Continental en España de 2010, llevado a cabo por el CSIC y el MARM -del que posiblemente Ricardo tendrá más que decir que yo-, tras los intensivos muestreos realizados esta especie no ha sido encontrada en el Jándula (aunque no descartan que esté en el Sardinilla). Por lo visto la regulación del embalse del Encinarejo que lo deja seco, el aumento de la especie invasora de perca americana y el vertido de la refinería Repsol de Puertollano en los años 80 (y vete tu a saber si no más) han terminado con su existencia. Y ni siquiera ha pasado por la categoría de "En Peligro de Extinción", y ni siquiera me había enterado.
Está claro que en nuestra escala de valores los peces todavía no han llegado a ponerse a la altura del Lince, pero, aparte de su importancia, representan un recurso de lo más preciado. Todavía arrastramos la lacra de los años de Franco en el que media España se embalsó y la otra media se desecó (si no, veasé el proyecto todavía vigente de construcción de Biscarrués http://www.elmundo.es/elmundo/2011/07/01/natura/1309554959.html) del que ya hablaré en otra ocasión.
Pero el caso es que la información es importante y además, es la única manera de proteger lo que nos queda.
Tenemos que dar valor a todo lo que tenemos y no podemos permitir más rancios criterios egoistas y pactos del agua obsoletos.
Teresa
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