En la Reserva de Masai Mara Juanjo y yo mismo pudimos ver, entre otras muchas cosas, una cruda escena de la fauna africana. Los chacales de espalda negra (Canis mesomelas), que suelen ir en pareja, descubren una joven y tierna gacela de Thompson (Gazella rufifrons), con su correspondiente madre en las inmediaciones. Ahí va la escena:
Como véis, es un chacal, no Runa (se había corrido la leyenda urbana de que me había llevado a la perra a Kenia; el otro día me lo preguntaron varios en la comida-merienda-cena de Villalba).
Capturar a la joven gacela fue muy facil para el chacal. Le mordió directamente en el cuello. El rabo en alto señala la excitación del momento, y sin duda es útil para que su pareja, -que no intervino en la caza-, lo detecte rápidamente.
Aparece el otro miembro de la pareja, aunque su atención es desviada por otra cosa.
La valiente y desesperada madre entra en escena. Inmediatamente, el chacal que no había capturado la cría de gacela le hace frente.
La gacela arremete contra el chacal, poniéndolo en fuga momentáneamente.
Pero cuando trata de acercarse a su hijo, el chacal le corta el paso. Ahora se invierten los papeles en la persecución.
La madre asiste, impotente, a la comida de los chacales.